Tu historia es nuestra historia.

Llevo unos días en el master de Computer Science de la universidad de Birkbeck en Londres y mucho de mis fantasmas han desaparecido. El boom de la AI y la tendencia de que todos los trabajos de las oficinas (más programación) desaparecerán ha puesto en mi cabeza dudas en la decisión, como cualquiera. Pero, me he sentido feliz y tranquilo con mi historia.

Esto no es sobre mi, es sobre alguien más. Esto es sobre Maria Teresa Matas del Valle, mi madre. Mi madre fue una mujer chilena, de madre española. Una mujer fuerte, inteligente y con un amor profundo a sus dos hijos, Francisco y Daniela. Mi madre fue marcada por distintos episodios, pero posiblemente el que le afecto más fue su separación. Cuando Francisco tenia 3 años y su hermana 7 años, su padre se fue de la casa. Ella entendió que el camino iba a ser mucho más difícil, pero sabia que tenia que sacar una familia adelante. Trabajo durante muchos años en un banco y luego en Proquimia, mientras hacia clases en el instituto bancario. Ella le gustaba enseñar, pero estaba forzada por la circunstancia. No fue una madre que supiera cocinar, ni hacer muchas cosas de la casa, pero sus fortalezas eran otras. Era astuta, poderosa y con una perseverancia única, alimentada por su profundo amor a nosotros.

Un día, cuando ya tenia 58 años, sus hijos 20 y 23 años. Su cuerpo empezó a sentirse mal, vinieron nauseas y vómitos. Fue a un doctor, y llego la peor noticia. Le diagnosticaron cáncer al páncreas, y paso menos de un año, cuando falleció. Su cuerpo estaba cansado, posiblemente fueron muchas batallas, y de alguna forma, el cáncer fue la peor vía de escape posible. Fue un golpe duro para sus hijos, nos quedábamos solos, y el gran sueño de mi madre se veía torcido, el cual era: “Ver con sus propios ojos sus hijos terminando sus estudios”. Cuando salí de la universidad entendí que le había cumplido su sueño. Tanto mi hermana como yo lo habíamos logrado, y ella hubiese sido la persona más feliz.

Años más tarde mi hermana se especializó en Odontología, viajando cada dos semanas a Buenos Aires para lograr su especialidad. Por mi parte, he hecho distintos estudios y magísteres, algo que no ha sido coincidencia. Maria Teresa Matas escribía y anotaba todo en sus cuadernos. Tenia cientos de hojas con números de transacciones y otros apuntes de su trabajo y vida. Fuimos impregnados por esto, eso fue enseñanza.

Pero, ¿cómo este niño logra pagar una universidad en este país y vivir en una ciudad tan cara?

Aunque el sistema de pensiones en Chile no es el mejor y hay puntos a mejorar (sueldo, tasa de cotización y trabajar más), existe la herencia. En muchos países, no hay esto. Si una persona se muere, todo el dinero se lo queda el estado, y nada queda reflejado en los hijos. Luego de muchos años, pudimos lograr obtener la herencia, y guardar ese dinero.

Cuando Francisco era pequeño. Su madre siempre le repetía, aprende ingles y chino, hasta se metieron juntos a un curso. Ninguno de los dos fueron capaces de aprender. Peleo insistentemente en que tuviéramos el pasaporte español, que lo logro conseguir tanto para ella, para mi y su hija.

Cada una de sus acciones ha cobrado sentido en estos días. No se como terminará esta historia, pero siento tranquilidad que su legado se sigue cumpliendo hasta el día de hoy. Su historia es nuestra historia.

Esta pequeña historia tiene dos moralejas:

• La muerte puede ser dolorosa, repentina y desalentadora, pero el tiempo es poderoso y sabio. El tiempo permite apreciar los hechos desde otro puntos de vista, de una manera más sana y esperanzadora.
• El camino correcto solo lo sabes tu. Si lo que haces, es lo que te da sentido a ti. Hazlo.